sábado, 6 de febrero de 2010

Equivocación



Marcaba a su paso el hombre
una humana trayectoria,
del Ser Supremo en el nombre
escribiendo iba la historia.
Perversa era en su memoria,
el presente era fatal,
pues subsistía la escoria,
arraigado estaba el mal.
En la gran filosofía
que el Padre impusiera al mundo,
a su hijo envió un día
con un mandato rotundo:
-¡Ve, desciende, llega allá,
apacienta mis corderos,
a beber virtudes da
en santos abrevaderos.
El Cristo llega a la tierra,
quiere al hombre quitar hierros,
se engaña, vuélvelos fieros:
cadenas quita a la fiera.
El hombre maldad revela
y no inclina su testuz:
a su Salvador eleva,
eleva, sí, a una cruz.
¿Por qué protestas a voces,
Jehová, si a cretinos,
con sus instintos feroces,
convertiste en asesinos?

(Manuel da Roura:
Venezuela, años 50)
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