martes, 9 de diciembre de 2008

LA LÍNEA DE LAS CONTRADICCIONES



LA LÍNEA DE LAS CONTRADICCIONES: EL PROBLEMA ES IDEOLÓGICO


Luego del triunfo de la Revolución Cubana, el Comandante Ernesto Che Guevara disertaba que "la toma del poder no era el objetivo revolucionario más importante..." –agregaba que- "...la tarea más difícil y más compleja era la que venía a partir de ese momento". El Che no estaba equivocado. La tarea más difícil es lograr capitalizar la esperanza, el entusiasmo, la pasión y el amor que nutre a todo proceso revolucionario, para generar un alto nivel de conciencia, ética y moral revolucionaria, lo que traducido en una sola palabra se llama: IDEOLOGÍA.


Los resultados obtenidos en las elecciones regionales del 23 de noviembre, nos obligan a cerrar filas en cuanto a la ideologización de las masas y, un poco más allá, a la ideologización de nuestros cuadros. No me importa si a eso le llaman adoctrinamiento –pues de eso se trata-, la gran deuda que tenemos con el pueblo en cuanto a la conformación de las Escuelas de Formación Ideológica. El problema básico, ahora mismo, es que cada uno de los elegidos por votación popular a favor de la Revolución Bolivariana entienda que no se trata de pequeños feudos que van a ser dirigidos bajo una concepción personalista, sino dirigir todo el esfuerzo para que el Poder Popular se convierta en una trinchera destinada a defender y profundizar el proceso revolucionario.


Antes del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, había una línea que definía perfectamente los objetivos revolucionarios del fascismo. El discurso y el proceso revolucionario estimulaban y sigue estimulando las contradicciones que generan cambios hacia una sociedad más justa, equilibrada, socialista, en fin, una disposición de las masas a organizarse en torno a un proyecto revolucionario dirigido a elevar el nivel de vida y sacar de la miseria a los excluidos.


Muy al contrario, el discurso de la oposición mantenía y sigue manteniendo la defensa de la oligarquía, el macartismo, el individualismo, el capital, el racismo y la predominancia de los sectores medios como mercenarios protectores del capitalismo imperialista visceralmente reaccionario. Los mismos actores que conspiraron antes, durante y después del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, se mantienen activos, esperando la oportunidad para reincidir en su objetivo golpista.


Con las misiones, el gobierno revolucionario se consolidó en el poder y logró acentuar aún más las contradicciones entre ambas tendencias; una a favor de los pobres y otra tratando de preservar el poder de la vieja casta burguesa arrodillada a los intereses imperialistas.


Sin embargo, algo ha cambiado. La estrategia en el discurso ha cambiado, sobre todo en el sector de la oposición y, sin lugar a dudas, ha provocado que esa línea se emborrone muchas veces en beneficio de los reaccionarios. Mientras nosotros hemos sido reactivos ante el laboratorio mediático fascista, el fascismo ha estado experimentando y estimulando aquello que, parafraseando a Carlos Marx, me permito llamar "la lumpenproletarización de la masa", que no son más que aquellos proletarios irredimibles y alienados, que se conformaban con las migajas que el poderoso quería darles, aunque esas migajas no alcanzaran un mínimo de Justicia Social.


La memoria del colectivo, cuando no hay formación ideológica y de conciencia, es frágil y responde de acuerdo a los intereses que fueron enquistados durante la era puntofijista. Ahora, esa fragilidad es proporcional a la formación política de la masa, pues es incuestionable que tenemos una deuda con el pueblo y esa deuda no es más que haber dejado pasar diez años de revolución sin consolidar las Escuelas de Formación Socialista.


Veamos este simple ejemplo: Diario El Nacional (Domingo 30 de noviembre)
"El nuevo gobernador –Capriles Radonski-, juramentado al mediodía de ayer, garantizó a todos los mirandinos, sin excepción, UN ESTADO SEGURO, LIMPIO, SIN COLAS Y TECNOLÓGICO, DONDE NUESTROS HIJOS PUEDAN PROGRESAR SIN PRIVILEGIOS". El discurso de quien participó en el asedio a la embajada de Cuba en abril de 2002 y en la persecución y arresto carente de legalidad del ex ministro Ramón Rodríguez Chacín en las pocas horas de la dictadura de Carmona, está totalmente alejado de cualquier corriente ideológica y sólo encierra situaciones de ansiedad o problemas puntuales que están en el marco de cualquier gestión pública. NO HAY IDEOLOGÍA NINGUNA, PORQUE A LA DERECHA NO LE CONVIENE EXPRESARSE IDEOLÓGICAMENTE. Su compromiso real está con la oligarquía y el fascismo está empeñado en separar lo ideológico para evitar las contradicciones que el capitalismo genera.


Luego del impacto que produjeron las misiones en los sectores populares y al constatar que hubo un repunte permanente en la popularidad del Comandante Hugo Chávez, el laboratorio mediático de los fascistas -ahora con mucho más fuerza-, han dedicado un esfuerzo considerable para cambiar el discurso. Esa insistencia de "mejorar las misiones" y la matriz uniforme de quienes han logrado tomar espacios antes dominados por la revolución (Alcaldía Mayor, Alcaldía de Sucre, Estado Miranda, etc.), cuando se ofrecen "trabajar con el Presidente de la República", incluso llegando al descaro de Capriles Radonski, cuando se declara "más socialista que Diosdado Cabello", ha hecho mella en algunos sectores por la poca claridad ideológica de las masas y por la obligada autocrítica que debemos hacernos ante las gestiones de los últimos ocho años.


Pero, también es cierto que una cantidad considerable de beneficiados por la revolución han incrementado su nivel de vida y han manifestado abiertamente posiciones de defensa esgrimidas por la pequeña burguesía. Esa contradicción -repito-, la hemos generado nosotros mismos, pues en la mayoría de la población chavista, si bien es cierto que reciben con beneplácito la enseñanza diaria del Comandante Hugo Chávez, también es cierto que desconocen ideológicamente en que consiste una transición del capitalismo al socialismo, cuáles son las bases fundamentales del socialismo y qué implica el compromiso del colectivo hacia una sociedad socialista. Esto obedece al más vulgar macartismo mediático y se extiende a una sensible mayoría de nuestros cuadros que sigue actuando con los códigos de la IV República. Lo peor de esta situación es que la ingenuidad, el desconocimiento y el debate superfluo es caldo de cultivo para las desviaciones y el cacicazgo focal en los sectores populares. De allí que se torna preocupante que en los sectores de la clase media, alienada por el mensaje transculturizador del American Dream, sea más propensa a votar por la opción de la derecha, mientras en nuestros barrios una cantidad considerable de camaradas –que son beneficiarios de la política revolucionaria-, no se movilicen a los eventos electorales trascendentales.


De nuevo surge eso que he llamado "la lumpenproletarización de las masas", generada desde los laboratorios mediáticos del fascismo y la urgencia de ir sembrando en todo el país las escuelas de formación ideológica. Es más, creo que estamos obligados a revisar la relación proporcional entre la estrategia y la urgencia, ¿qué es más urgente? ¿En qué fallamos? ¿Cuáles son los correctivos exigidos por la masa? ¿Qué provocamos al aplicar la estrategia y no resolver la urgencia?


Lo cierto es que no podemos permitir que sigan emborronando la línea que delimita la revolución de la contrarrevolución. De hecho, debemos estimular un debate en las masas que corrija las posiciones revisionistas y profundice las contradicciones para estimular la movilización permanente del pueblo a favor de algo concreto que se llama socialismo, que es la antítesis del capitalismo, que no hay reconciliación entre ambas percepciones, que existe una lucha de clases y que no habrá justicia, igualdad, solidaridad y humanidad mientras ambos sistemas estén conviviendo.


La línea está allí, con un fuerte trazo y el ejemplo más claro se ha puesto en marcha a partir del 1ro. De diciembre con la propuesta de enmienda constitucional para la reelección presidencial. Se es chavista o antichavista, se es revolucionario o contrarrevolucionario, se es socialista o capitalista, son dos opciones irreconciliables que no admiten más disidencia.


A ver si esto lo entendemos de una vez.


Mario Silva García

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