
Caracas, en las céntricas calles del Paraíso, un “Music-Hall” cualquiera… Salón amplio y encerado; columnas imitando mármol; mesas pequeñas y cuadradas en donde apoyan los codos, charlando por los ídem, hembras de gran cote y mucha pintura y varones vestidos de negro, pelo engomado y pajarita. Todos fuman: ellas, en largas boquillas; ellos, “a pelo”.
Se acerca un señor, exactamente vestido como los demás, y anuncia, desde un pequeño escenario, el debut de una morena cubana. Hace la presentación de este modo, poco más o menos:
1.-
Hará una demostración
Y moverá la cadera,
A vuestra satisfacción,
Josefina “La Rumbera”.

2.-
Sale ya La Josefina
Abanicando el ambiente
Al ritmo de concertina.
¡Ay, Negra, qué son caliente!
3.-
Y tiembla, de tal manera,
Del pescuezo a la cintura,
Todita la delantera.
¡Ay, Madre, qué preciosura!
4.-
Pone el mondongo hacia un lado
Y vuelve a darle hacia otro,
Lo envuelve como cansado,
Y lo estira poco a poco.
5.-
Sigue la danza con flema
Y su ombligo imita una
Negra y pequeña aceituna
Dentro de un plato de crema.
6.-
Embiste de mil maneras,
Avanza, para, recula,
Tira coces como mula
Y enseña las posaderas.
7.-
Y como muestra de ciencia,
Con el cóxis como centro,
En rápido movimiento,
Hace una circunferencia.
8.-
Se ve que es una maestra
De Terpsícore, en el arte;
Se ve que, en alguna parte,
En tembleque, se hizo diestra.
9.-
Se nota, en la ondulación,
Que es una gran bailarina;
Aunque también se adivina
Que es muy apta en la función.
10.-
¿Qué diría tía Anita,
Y la beata Morena,
Viendo bailar la negrita
Y moverse tan serena?
11.-
¿Qué diría la Crisida?
Qué diría Doña Petra,
Viendo su ropa subida
Y cortita la bragueta?
12.-
Pedirían, iracundos,
Al Señor del Gran Edén,
Que, a los infiernos profundos
Nos precipitase. ¡Amén!
(Manuel da Roura:
Maracay, 21/02/1952)