
Nada más llegar a Madrid, aún calentitos los rescoldos del huracán CHÁVEZ, Evo Morales reaviva la hoguera y alborota el gallinero de la diestra siniestra.
-¡Échale un par de huevos a las cluecas, Evo!, gritaba, esta tarde, en Leganés, mi tía Felisinda.
Y se los echó el boliviano. Pero es otra historia, creo.
_